La tierra tiembla, sucumbe resignada, estalla con exaltación, cómplice, debota, arrebatadora y sustentadora de vida en la estampida.
Miles de cabezas conectadas al movimiento, patas y pezuñas conjuradas se aglutinan en la declaración del norte, se compromenten con la sangre, con el instinto, con la patria tundra, tierra baldía, llanura de carencias y posibles.
Es la consonancia con la naturaleza, el destino incorpóreo y errátil tras su leyenda, vivir es morir, porque morir, también significa vida.
Itinerario salvaje, se memoriza y se repite, es el trueno en la tierra probando y llevando al límite la resistencia, es el poder del errante, el numen, el aliento encarando fuerzas superiores, ávido de frío, zancada profunda, imparable y pétrea, nada te detiene.
Rey del éxodo, sobre tu cabeza alzas con pundonor la cornamenta , dispuestas a recoger con sus brazos ramificados, las fuerzas cósmicas de la naturaleza y la sabiduría.