martes, 28 de enero de 2014

Sin perder de vista



La perspectiva se limita a ver formaciones , lo que apenas divisa la hormiga de su trozo de vergel. La panorámica se recrea en las profundidades de agujeros inmediatos y se distrae en tres dimensiones adivinando relaciones espaciales coherentes,  paralelas, oblícuas, convergentes, divergentes.

Desde lo lejos reapareces envuelta en éxtasis, la anchura de la visión se prolonga muy adentro, comprometiéndose con el espectáculo, celebrándose, tejiendo asociaciones de extenciones inagotables, lo que se manifiesta ante la retina separado se une en direcciones imprevistas de un punto. 



En la negrura vastedad espolvoreada de fosforescencias distantes,
suspendida paseas y danzas entre los brazos del espacio-tiempo, mientras dadivosa exclamas en el absoluto la unidad. Sin perder de vista a mi perspectiva humana, escucho tu grandeza y las incongruencias que a veces anidan en ti.


                                                                                      
                                         

jueves, 16 de enero de 2014


 Solo hay horizontes

No hay muros de piedra, 
ni paredes mayúsculas, ni vallas de astillas
que la voluntad no pueda brincar
 y el corazón atravesar.
Solo hay horizontes, 
horizontes contiguos, 
no lejanos. 

 Celestes horizontes,
tras la celosía
 que solo el corazón puede levantar.

Horizontes de finitos ojos donde la filosofía 
entra a prisa, sin presentarse, ni tocar portón,
entonando versos de líneas indefinidas,
provocando a los ombligos de lenguas cósmicas a
accionar la métrica de la batuta de sincronías
del destino común y propio.

Horizontes de cúmulos y enriquecidas avenidas
donde las arterias oxigenadas 
lleguen a todos los corazones.
Horizontes donde el hambre sea historia antigua
 y la desigualdad  se evapore. 
Horizontes de banderas blancas,  
de luciérganas comprometidas
 alumbrando campos de horas bajas.
Horizontes de
Unus pro omnibus, omnes pro uno.


No hay muros de piedra,
 ni paredes mayúsculas,
 ni vallas de astillas
que la voluntad no pueda brincar 
y el corazón atravesar,
solo hay horizontes.

Por Mar M.J


jueves, 9 de enero de 2014


En el séptimo




En el séptimo habita una vieja loba       
de cabellos dorados y ojos de mar.    
   En su estancia, a veces la inconsciencia rota de dolor  
se presenta.

En el séptimo el alma encuentra espacio y tiempo
planeando sobre las luces y las sombras y las luces,
Es el umbral a la esperanza 
que entra y sale por la puerta.

  En sus diáfanos y recónditos ojos, 
  el azul del mar se muestra,
  atesorando pedazos de naufragios
 y recolocándolos de vuelta,
  la pena se baña en consuelo 
  y con nuevos ojos despierta.

Ni pócimas, ni acertijos, ni secretos,
solo corazón y consciencia,
 con su sonsonete
amansa fieras y reparte 
entre los más dóciles uñas nuevas.

Es la candela que ilumina lo velado
 alumbrando nuevos horizontes,
la ilusión jugando y conquistando al desencanto,
 El amor esculpiendo existencia
pespunteando heridas,
labrando cosechas, en el barbercho
 de semillas escondidas.

En la espesa arbolera,
en el espacio vacuo del firmamento,
en los abismos reservados de los océanos,
En la enjundia de la tierra,
 te encuentra.

Aquel que entra en el séptimo reverdece,
junto a las aguas del afecto, sobre la paz
que planta el sociego
y clarea.
 En el séptimo se habla de muchas vidas
 y se sale encontrando en la propia
 una guía, más los siete sentidos
y la biografía.

Por Mar M.J

sábado, 4 de enero de 2014


         Aquellos ojos marrones


      Con paso firme pero ralentizado, el tiempo se esfuma
por las suelas de mis zapatos.
A lomos de la colina, 
la tierra me brinda una bien llegada,
No estoy sola, en ella, 
  aquellos pequeños ojos marrones que me atraviesan.

  Fijada al estrato, con vehemencia
   me aspiro con un humilde hálito,
  mientras mis pupilas se cunden tramando
   el alumbramiento de algún  misterio.

 La cadencia de mi corazón apresurado, 
  no encuentra ronzal que lo aplacaque,
  Adivino que los latidos de la vida
   están numerados, compendiados en un tris.

   Vibro con la amplitud de mis vasos sanguíneos
irradiándome,
  abriéndose al espacio, recorriéndome,
    creando nuevos fluviales.

 Medito la muerte, negando poder a la huída
llevo a la memoria  lo esencial
el axioma de la vida.

  Aquellos ojos marrones marchaban, 
  aquellos pequeños ojos marrones
mostraban el camino, 



 el valor
  que esconde un instante. 

                                                                        Por Mar M.J