La tierra tiembla, sucumbe resignada, estalla con exaltación, cómplice, debota, arrebatadora y sustentadora de vida en la estampida.
Miles de cabezas conectadas al movimiento, patas y pezuñas conjuradas se aglutinan en la declaración del norte, se compromenten con la sangre, con el instinto, con la patria tundra, tierra baldía, llanura de carencias y posibles.
Es la consonancia con la naturaleza, el destino incorpóreo y errátil tras su leyenda, vivir es morir, porque morir, también significa vida.
Itinerario salvaje, se memoriza y se repite, es el trueno en la tierra probando y llevando al límite la resistencia, es el poder del errante, el numen, el aliento encarando fuerzas superiores, ávido de frío, zancada profunda, imparable y pétrea, nada te detiene.
Rey del éxodo, sobre tu cabeza alzas con pundonor la cornamenta , dispuestas a recoger con sus brazos ramificados, las fuerzas cósmicas de la naturaleza y la sabiduría.
La estación de otoño no espera al invierno en Hawes, los primeros copos de nieve hacen acopio en la mañana, atraen el frío y repelen cualquier manifestación de vida, incluso atrapan y paralizan a los pocos lugareños que habitan en esta pequeña aldea extraviada, el manto y el follaje verde han renovado el color de su tapizado por el blancuzco, el balar constante y sostenido de las ovejas ha cesado y ha dado una pequeña tregua a mis oídos cansados, la caudaloza cascada Hardraw Force ha ralentizado su sonido ensordecedor, el viento sepulcral y el trino de algún pájaro descocado parece que son los únicos atrevidos, ni siquiera los asiduos visitantes, aventureros y amantes de la naturaleza salvaje se muestran.
En plena estampa congelada, la chimenea de mi pequeño cottage parece que es la única que da señales de vida. Todo está preparado, después de 3 largos meses de duro trabajo, toca retorno, volver sobre los pasos de origen.
El recibimiento otoñal simplifica la despedida, más de 90 días sellados y conservados en la nieve, solo los besos y los abrazos de afecto se muestran cálidos y llenos de savia, incluso en condiciones meteorológicas adversas. 30 millas de distancia en carretera me separan de la estación de trenes en Hawes y ella como el otoño, tampoco espera.
La falta de fe encontró aquel día una razón para alejarme del bullicio, del ajetreo diario, de las colas en los supermercados, de los cafés, de las compañías y del quehacer diario. Una solitaria piedra en primera fila de mar, el parloteo y revoloteo de los láridos y un monólogo entre la invisibilidad y yo, como si mis preguntas y mis quejas fueran hacer escuchadas. El diálogo interno resulta ser de gran consuelo, emisor y receptor dos en uno, el emisor lanza preguntas a la bóveda celeste y el receptor interno replica, después de todo la falta de fe no es más que una forma de remidimirse, la confirmación a la carencia y falta de sentido, la falta de fe puede lenificar los sentidos, ella no lo sabe pero tiene hambre de creer.
Después de un tiempo de intercambio de intercomunicación fluida con el destinatario invisible, la vista se clava en el en el horizonte de sucesos y en pleno colapso se vislumbra una manada de delfines, saltando y cruzando de un extremo a otro el ancho mar, no tendría nada de especial si no fuera porque nunca los vi pasar por aquí, abro los ojos de la razón que dicta sentencia, una maravillosa casualidad.
Pasados unos días la falta de fe regresa al mismo lugar donde encontró una duda para volver, estamos y somos los mismos, sigo con mi diálogo interno, lanzo un paquete de preguntas a la invisibilidad y al cabo de unos minutos una pareja de delfines aparece nadando y saltando cerca de donde me encuentro.¿Casualidad? o ¿la respuesta a mis preguntas?, cierro los ojos de la razón y abro los ojos del corazón ¿Qué más necesita una persona para creer?.
Desde el mirador con vistas al océano observo como el cielo ha abierto sus cortinas de par en par al azul intenso, aún no ha llegado nadie al sitio donde buceo. Atajo camino por el desfiladero, donde cohabitan aloe veras, hierbas secas y la tierra sazonada con el salitre que vierte el alisio marinero. Busco un lugar entre las piedras con mi maleta a cuestas, cerca de la orilla encuentro un recoveco, me deshago de la mochila y de mi ropa, me coloco las tiras de mi bañador y las alineo con las marcas que tiene mi cuerpo del moreno, no pierdo el tiempo, me pongo a recolectar lapas, burgados y cangrejos y hago un recuento. Papá asoma por la vereda empinada del camino estrecho,con su caña de pescar y su sombrero de paja deshilachado y amasado por las horas de pesca, acomoda su trasero en la montaña de piedras encrespadas ojeando el mar y el tiempo, asiente con su cabeza y me da el visto bueno, llego a la frontera donde el mar establece los límites y dicta las condiciones, donde la piedra ni se retrasa, ni se apresura, no retiene, escucho los sonidos candentes del agua, me magnetizan, es la llamada del mar que reclama a su hija. Analizo el muro de musgos y algas verdes que tengo en frente es un indicador de profundidad elocuente, me lo pienso, de cabeza, de bomba o de plancha, la primera opción me convence, inhalo una gran bocanada de aire que contengo en mi pecho, junto las plantas de mis pies y cojo altura con las puntillas de mis dedos, flexiono piernas, salto, tomo altura y me sumerjo, ya estoy dentro, el impulso me lleva lejos, como un torpedo con alevosía hacia mi objetivo surco las profundidades del océano, profundidad 5 metros, velocidad 4 nudos y con alcance de 30 metros, se me olvida el tiempo, el aire me avisa y me habla de falta de aliento, no cedo, persevero, llegaré , se que llegaré al otro extremo, procuro mis últimos coletazos y alargo mi brazo fatigado por el esfuerzo, toco la piedra, toco el extremo y emerjo, como un recién nacido que sale del vientre de su madre respiro con dificultad y gimoteo, me recupero, subo a la piedra y toco la cruz de hierro, anclada con el cemento.
Con el tiempo justo pisándome los pasos salgo de camino a la escuela, a media travesía está la casa de mi abuela. Desde los 30 metros diviso su figura delgaducha, su vestido de color negro, guardando luto desde hace mucho tiempo, revestida de un áurea divina que la envuelve desde la coronilla hasta los pies, su pelo blanco ajado, acordonado a modo de guirnalda lo sujeta con su traba de madera barnizada con los colores sobrios propios del invierno.
Con dos palmos menos me llega a la altura de mi entrecejo, pequeña abuela trancada por el paso de los años, su rostro está esculpido con las gubias del tiempo, cada vez que me ve llegar de lejos su expresión se vuelve raya, recta, lisa y estría, es entre líneas como dibuja en su cara el gozo y la alegría contenida ,sus ojos centelleantes en contraste con en el oscuro invierno me dan la bienvenida, se hacen atalaya, me lleno de sosiego, ya se que sigo el camino correcto al colegio.
Sentada en su trono de madera de pino y flanqueada a ambos lados por dos ventanas que siempre están abiertas, allí está mi abuela con su alma añeja, dos besos en la ida y dos besos en la vuelva, ya suman cuatro junto a la contraseña:
- "Adiós abuela!",
- "Adiós mi niña!".
Diferentes corrientes filosóficas conocen desde hace siglos la importancia de la risa.
La tradición Oriental considera la risa como un bien de carácter espiritual, no sólo físico y dice que la risa profunda, la del diafragma, es la de Buda.
En Japón uno de los místicos mas venerados fue Hotei, llamada el Buda que ríe, cuando alcanzó la Iluminación, lo único que hacía era reírse, una risa llana, abierta, profunda que contagiaba inmediatademente a los demás.
Algunos libros Hindués hablan incluso de meditación con risa porque el hecho de reír es una técnica de meditación en sí mismo que ayuda a estar más consciente del mundo.
Los sabios de Oriente, dicen que la risa es la forma más rápida de eliminar el ego, aprender a reírse de uno mismo nos da el sentido del humor idóneo para vivir esta vida, para ellos la vida es una "Broma cósmica" que solo se puede vencer con el sentido del humor.
Hace más de 4.000 años en el antiguo Imperio Chino, había unos templos donde las personas se reunían para reír con la finalidad de
equilibrar la salud.
En las cortes y realezas medievales se institucionalizó el papel del bufón, para hacer con sus bromas que los reyes y nobles tuvieran una vida mas agradable.
En África, aún hoy los narradores ambulantes alivian el sufrimiento de sus coetáneos con burlas y bromas de todo tipo.
Las tribus Hopi y Zuni, de América del Norte, tienen payasos ceremoniales.
En las culturas ancestrales de tipo tribial, existía la figura del "doctor payaso" o "payaso sagrado", un hechicero vestido y maquillado que ejecutaba el poder de la risa para curar a los guerreros enfermos.
Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa, algo que ha sido científicamente demostrado la descubrir que el córtex cerebral libera impulsos negativos un segundo después de comenzar a reir.
En los años 70 comenzó a utilizarse la técnica de la Risoterapia en Hospitales de Suiza, Alemania, Francia, EEUU, como apoyo en la recuperación y tratamiento de enfermedades.
Un breve repaso en la historia, de la importancia que tiene la risa.
Tu sonrisa teje entre tus labios la trampa camuflada donde mis labios desearían descansar.
No me quites tu sonrisa,
Tu sonrisa es la que reparte en mi pecho las promesas del amanecer, con su brillo obnubila las noches, sin parangón entre las estrellas llameantes del firmamento, me asiste allí donde el sol no da su brazo a torcer.
Como el gran álamo que enraiza sus raíces para nutrirse, hacerse viejo y reverdecer
así es tu sonrisa, tiene en mi el mismo proceder.
Desde muy niña comenzó a apasionarme el mundo de la astronomía , aún recuerdo aquella niña de apenas 10 u 11 años mirando el firmamento, haciéndose preguntas y contando con el dedo índice las estrellas del cielo. Carl Sagan con su serie de televisión "Cosmos" y sus libros fueron un motivo definitivo para que me quedase enganchada a la astronomía de por vida. A lo largo de los años mi cosmovisión del mundo de la vida han cambiado y todo comenzó cuando me crucé con una piedra en mi camino.
Cuando estas abajo, abrazando el suelo, masticando y saboreando la tierra y el polvo impregna cada poro de tu piel, tu perspectiva y tu visión se reduce a una maldita piedra , su circunferencia, perímetro y grosor, la posición horizontal se convierte durante un tiempo en una manera de estar en el mundo y rendirse a veces resulta la mejor opción. Cuando estaba acariciando la línea de la rendición todo cambió, sencillamente ocurrió, lo cierto es que aquella piedra que se cruzó en mi camino tenía una razón.
Los acontecimientos que guiaron mi vida después de aquel tropezón hicieron que me fuera despojando poco a poco del esceptisismo e incredulidad que había cosechado a través del tiempo con la ciencias sobre ciertas materias, ampliando mi conciencia y cambiando mi cosmovión sobre el mundo que me rodea, fue entonces cuando todo recobró sentido, no es que antes no lo tuviera, me siguen gustando las ciencias pero mi compresión de lo que es la vida se expandió, entendiendo que nada obedece a simples casualidades, que todo esta intrínsecamente interconectado más allá de las apariencias, nuestro crecimiento personal, nuestra relación con el universo es lo que determina que tipo de piedras nos encontramos en el camino, que personas se cruzan en nuestra vida, cuales salen de ella, nuestro sin sentido y sentido con respecto a ella etc...
En nuestra andadura por la vida todos tenemos que tropezarnos con
piedras en nuestro camino , algunas mas grande que otras y a veces nos
preguntamos ¿Porqué a mí?, pienso que
es la devastadora y contundente manera que tiene aveces el universo de
manifestarse y comunicarse contigo para llevarte al doloroso proceso que
aveces conlleva dejar morir algunos aspectos de nosotros para dar la bienvenida a los nuevos y así crecer.
El termino "piedra" no tiene ningún significado en el lenguaje de la geología, para mi "piedra" significa una oportunidad.